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viernes, noviembre 22, 2024

“El engaño culinario”

Roof top - Los vitrales - Una experiencia de altura

La cocina ha inspirado textos literarios, libros, recetarios y hasta poesía. Hoy quiero compartir una vivencia de foodies y gourmands, quienes a partir de dulces o amargas experiencias, nos ponen al día a los nuevos prosummer del mercado gastronómico.

En una ocasión, mi hermano se reunió con sus amigos de juventud, compañeros del bachiller del pueblo para ir a pasear a un lugar cerca, ese paseo es común para mucha gente que se disipa y disfruta de la naturaleza y la hace parte de su vida en la región.

Consiste en irse a bañar a un río caudaloso llamado Ostuta, a media hora del pueblo.

Usualmente se está un rato entre la orilla o adentrándose. Hay puestos de comida y se venden antojitos y cervezas.

Al caer el sol y estar hambrientos, acordaron salir del agua, secarse y entrar a un establecimiento de comida “formal”, generalmente se sirve cerveza y platillos como mariscos, carne asada y botanitas de la región.

El lugar ya lucía sólo, eran las 18.00 horas, con claridad todavía. Pidieron cervezas y supuestamente, habría comida… El dueño era un chico que al final por ambicioso, lo dejaron sin nada.

Pidieron mojarras fritas. En los lugares calurosos, es una excelente combinación con cervezas bien frías. La orden estaba hecha, el tiempo corría. Entre chistes y carcajadas esperaban los suculentos pescados doraditos, su respectiva ensalada típica y tortillas recién hechas.

Los minutos pasaban, el ayudante ofrecía ronda tras ronda de cervezas…a lo lejos una cocinita que tenía como puerta una cortina y no dejaba ver el movimiento: sólo se escuchaba un estruendoso freír violento de aceite caliente.

A la cuarta ronda, mi hermano con impaciencia y gran hambre enfrentó al ayudante y le preguntó que por qué tardaban tanto; ya llevaban mucho tiempo y nada de nada, ni siquiera frijoles refritos o en pasta con totopos…muy típicos del área.

Entre balbuceos y mirada insegura, el ayudante respondía lo mismo y lo mismo, “ya los están preparando señor”…Y sí, se oía fuertemente SSHHHHH…SSHHHH…El rugir de una sartén en plena hervidera…Mi hermano le dice: “¡Parece que los fueron a pescar!, tan sólo son fritos, a ver”...y se dirigió a la cocina.

Y ohh SORPRESA…cacha al chico echándole agua al sartén…y desde luego con mirada de susto y sobre salto…cuando mi hermano entra y ve la escena.

“¡Oye!, ¡de qué se trata!, ¿nos estamos muriendo de hambre y tú nada más quieres vender tu cerveza pagada y repagada? ¡Vámonos muchachos, este nos quiso estafar!”.

Y así, endemoniados y a prisa llegaron al pueblo…donde gracias al Creador en casa  yo había preparado comida suficiente…afortunadamente para él y sus tres amigos con cara de quererse devorar el refrigerador después de dos horas en el agua y sol en el río.

Y por más sencillo que fuera el menú, les supo sabroso…con tanta hambre y enojo.

Moraleja:

La hospitalidad y el cumplimiento de la promesa de ventas, son estímulos que influyen en la decisión de regreso del comensal.

Recordemos que el morbo, la novedad y la necesidad de alimentarse son razones por las que una persona visita por primera vez un establecimiento de alimentos, pero la hospitalidad y la relación costo-beneficio son motivos que lo hacen regresar y recomendar al lugar.

En este relato, puede verse aplicado a una industria incipiente, si bien, pero de las primeras que verán resurgir los visitantes post-pandemia: el turismo rural.

A lo largo de nuestro diplomado hemos identificado estrategias de posicionamiento de negocios especializados en todo el mundo, sirva pues esta serie de narraciones y vivencias, como guía para quienes han iniciado su carrera empresarial en el fascinante mundo culinario.

Más información visite: www.nouneventos.com

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