Es verano y una de las que aún tengo pendientes por experimentar es la comida libanesa. Es bien sabido que la gastronomía de cada país es también parte de su cultura.
La cocina mexicana está colocada en el ranking actual como una de las más reconocidas a nivel mundial. Nuestra riqueza está compuesta de influencias venidas tanto del viejo continente como del lejano oriente.
En mi paso por la Ciudad de México hace algunos años, asistí a clases de Oratoria en el Centro Libanés y ahí, cada martes había un buffet extraordinario con comida regional.
Una vez a la semana, durante tres meses me deleité con los aromas del restaurante que comenzaba su servicio a la 1 de la tarde y terminaba en la noche.
Así que en cada receso me asomaba y veía los espléndidos platillos que para mí lucían en todo su esplendor sobre manteles de un prístino blanco, con un excepcional aroma y una vista más que atractiva, mística, impensable.
Si hablamos de sabores que pertenecen a otras culturas por los migrantes que llegaron a México, hay que mencionar la influencia de Líbano y es que son 400 mil personas de origen libanés aproximadamente, las que radican en el país azteca, lo que ha popularizado su culinaria.
Uno de los platos mejor posicionados son los “Tacos al Pastor” ,inspirado en el Shawarma, pan árabe relleno de cordero especiado, ambas bien catalogada como Street food obligada para los turistas.
Hay varios platillos e ingredientes que no son muy populares ni sufrieron cambios a manera de mexicanizarse, pero los usamos todos los días en la cocina.
Entre los más comunes:
1. Las hojas de parra o uva, (rellenas con carne condimentada y arroz, sal pimienta y mantequilla).
2.-El “Labneh” o Jocoque, un tipo de yogurt, para degustar con el pan árabe y en México con pan tostado.
3.- “La pimienta preparada” que como en México, se utiliza en mezclas de polvos para ablandar carnes y condimentarla.
4.- Por el lado de los postres, tenemos “el agua de azar”, almíbar usado para bañar algunos dulces típicos como los dedos de novia, el “belehue o berma”.
Entre los platos salados más conocidos se encuentran el “baba ganush”, una salsa hecha de berenjena asada al carbón; el “faláfel”, pequeñas hamburguesas fritas hechas de garbanzos molidos o habas.
El shawarma, un sándwich con carne marinada empalada y cocinada a las brasas.
El hummus, una salsa o untadura hecha de garbanzos mezclados, Tahini molienda de sésamo, jugo de limón y ajo, que se come típicamente con pan de pita.
Un postre muy conocido es el baklava, que se hace con capas de pasta filo rellenas de nueces y empapadas en jarabe de dátiles o miel.
Algunos postres se preparan específicamente en ocasiones especiales: el meghli, por ejemplo, se sirve para celebrar la llegada de un bebé.
Brindemos con el arak, un licor con sabor anisado, bebida nacional libanesa que se suele servir como gesto amistoso.
Brindemos por la paz en estos tiempos tumultuosos en que la desgracia agobia a nuestros coterráneos en una parte del mundo que atraviesa épocas complejas, que han estimulado una culinaria intrincada, que subsiste a guerras, accidentes y fronteras, como el espíritu amigo de su gente y su gastronomía, ¡Salud por Líbano!
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